El
Tiempo de “Hurra”
Estaba enfrascado en cuatro paredes oscuras,
sintiendo el dolor de un mundo del que ya no era parte.
Me posicione a orillas de la cama, esperando
alguna respuesta, del silencio o mi cabeza. O de los muros tal vez, que
callados y herméticos me observaban.
Suspiraba húmedo, mientras charlaba muchas
cosas a la vez. Yo pensaba y yo contestaba, formulaba mi próxima pregunta y me volvía
a refutar. Cambiaba de tema, pero volvía a lo mismo. Todo era en simultáneo;
las contradicciones junto a las apologías de lo fatal. Finalizaba el acto con
una carcajada nerviosa, que me hacia ver algo loco.
Las palabras sueltas, nadaban en ese
laberinto de caos. Revotaban en las paredes, presas de angustia y espanto; solo
una escapo, nose aun como. La vi de casualidad, se alejaba tiesa hasta el
balcón, amalgamándose al derrotero de las calles. La seguí, descalzo y
desfachatado, con los ojos ciegos y mi rostro anémico.
Era un día precioso, un sol siestero regalaba
su luz y escondía su cara. La brisa fresca me incentivo al primer bocado de
aire, colocándome en un estado distinto en “El tiempo de hurra”.
Era un
tiempo del alma, que comenzaba observando lo verdaderamente esencial, saludando
con miradas y dando bienvenidas a un mundo desconocido que con miedo se
acercaba. Los fracasos aquí, no asesinaban objetivos, y la soledad solo era
opcional. Se ríe más de lo que se llora, promediando a la sangre, esas dosis justa
para que siga siendo roja. Se vive, porque uno se da el momento preciso de
experimentar, apreciar y volver a intentar.
Toda esta concepción distinta del mundo, me
hicieron ver que los trenes pasaban siempre, solo faltaba estar listo. Ese día
lo estaba.
Maravilloso poder comprender y aceptar los tiempos del alma, para que cuando el tren pase podamos estar listos, en ese momento en ese tiempo justo, ni antes ni después.
ResponderEliminarHermoso micro! muy muy lindo, felicitaciones a su autor/a.