EL RÍO:
Recuerdo que en una madrugada así fue el fin de su bebé. La muerte no
ensayaba dentro del sueño, pero jugaba violentamente con mi cabeza, la que de a
poco iba soltando el engranaje de grillos desvanecidos, y la luz
inevitablemente se dormía con el lomo de mis miedos. Ella quería hundirse en
mis brazos, en una cortina de humo que le oculte la pena que hay detrás. ¿Qué
hay detrás de eso, de la pena?. Hay, más que nada hay, más que dolor, hay una
infinidad de pensamientos engarzados a emociones, a sentimientos hostiles. No
se cómo se han modificado océanos de sentires con el pasar de un segundo. Tal
vez no hubo oleaje, ni espuma, la bruma fue un sueño y el océano una gota de
lluvia.
—La vida nos da y nos
quita— Me dijo ella,
arrastrando sentimientos con las horas, decidiendo qué iba hacer con su dolor a
partir de ese momento.
—Sí, y siempre nos
devuelve— le contesté, pensando
en que realmente no estaba segura de eso, porque en algún momento abstracto me
convencí que así era, porque la corriente natural que fluye con continuidad
siempre está, pero a su bebé se lo habían llevado a las fuerzas, y el río que
ella había sentido, en el que se veía en aguas limpias, rozando su piel con
muchas piedras pesadas pero con un puñado de maravillas presentes y también
ausentes se secó. La miré a los ojos y luego seguí—: ¿Me pregunto cómo se hace para que nuestras vidas no
sean un río donde nuestras aguas se pierden por evaporación en una zona
desértica?.
—Con fe, porque el
agua se evapora pero nunca se pierde, y la muerte, estoy segura que siempre otorga
algún tipo de asilo del que no habría por qué tener miedo si aún se está vivo —respondió ella,
conmovida en la ausencia, enrollando el deshilachado sufrimiento materno sobre
el silencio.
Que descripción mas grandiosa de ese vacío, que, a pesar de todo, está tan lleno.
ResponderEliminarSimplemente me encantó!
Saludos.
A veces uno se pone a buscar cualquier cosa por el internet y termina topándose con cosas tan buenas como esta. Sencillo y entendible pero muy distante de lo común. Y huir de lo común es lo mejor que puede haber. Saludos (desde Perú) a quien corresponda este relato.
ResponderEliminarEl que pierde a un padre "huérfano", el que pierde a su cónyugue es "viudo", pero no existe una palabra para describir el dolor y el vacío de perder a un hijo.
ResponderEliminarMe encantó tu descripción, lograste que el dolor se lea hermoso.
Su idea de producción literaria por la inclusión me parece demasiado humana, y con ésto quiero decir precisamente que tendría que haber más gente como ustedes. Voy a coincidir con los comentarios de arriba, aunque creo que todos los cuentos publicados son un ejemplo de inclusión, por lo tanto, todos los cuentos han ganado... Éste deja supeditada a la fe en ese metafórico río, por el cual todos nadamos. Maravilloso pero indómito río, que no es más que la vida misma que nos sorprende, a veces con cosas buenas, otras desafortunadas, pero que sin embargo, lo positivo y lo negativo que nos da,es para aprender y enseñar.
ResponderEliminarUn abrazo desde Rosario.